miércoles, 3 de febrero de 2016

Arqueología de Panamá La Vieja: del asentamiento prehispánico a la ciudad colonial

Arqueología de Panamá La Vieja: del asentamiento
prehispánico a la ciudad colonial



RESEÑA HISTÓRICA.



Luego de la expedición del litoral caribe, del actual territorio panameño, en 
su cuarto viaje, por parte del almirante Cristóbal Colón, se hace imperante la
necesidad de explorar los nuevos territorios, asignándole esta tarea a Alonso de
Ojeda y Diego de Nicuesa. Se les asignan las tierras desde el cabo de la Vela al
Golfo de Urabá, "Nueva Andalucía", y desde el Golfo de Urabá hacia el oeste,
"Castilla del Oro", respectivamente. Las incursiones tendientes a conquistar y
colonizar Tierra Firme, llevaron a la fundación de San Sebastián de Urabá en 1509
(actual municipio de Necoclí-Antioquia-Colombia), la cual fue destruida por los
nativos de esta región y un año más tarde a la fundación de Santa María la
Antigua del Darién, en inmediaciones del río Tanela (actual municipio de Acandí-
Chocó-Colombia), la cual se convirtió en el primer asentamiento con título de
ciudad, en Tierra Firme.

Las noticias acerca de las abundantes riquezas de este territorio llegaron a
la Corte española por parte de. Vasco Núñez de Balboa. Fue él quien consolidó
Santa María y estableció vínculos estratégicos con los nativos de la región, con el
propósito de facilitar el control de estos amplios territorios. En 1511 el rey lo
nombra gobernador y capitán interino de la Provincia del Darién. El apoyo de la
Corona y las relaciones con los aborígenes le permitieron "descubrir" en 1513 el
océano pacífico o "Mar del Sur" y recibir el título de adelantado de la mar del sur y
gobernador de Panamá y Coiba. Sin embargo en España Balboa no contaba con
toda la confianza por lo que el rey Fernando nombra en 1513 a Pedro Arias de
Avila como capitán general y gobernador de Castilla del Oro.


El 26 de febrero de 1514, la flota de Pedrárias con un grupo de dos mil
hombres aproximadamente, parte hacia el Darién. El 3 de junio arriban a la
Española, y finalmente el 30 de este mismo mes llegan a su destino, Santa María
La Antigua (Ibidem).
La llegada masiva de nuevos colonos llevó a que buena parte de ellos se
enfermaran y murieran al poco tiempo. Con el fin de buscar calmar el hambre que
se vivía en estos días, se encargaron diversas expediciones tendientes a buscar
básicamente alimentos. Esta crisis generó tensiones entre los mandos; incluso el
propio Balboa escribió un par de cartas al rey quejándose del comportamiento y
los excesos del nuevo Gobernador contra los nativos. Allí comenzaron las
tensiones entre estos dos personajes, las cuales se ahondaron cuando la Corona
le otorga el título de adelantado a Balboa en 1515. El protagonismo de éste era
evidente. Sin embargo buscando una salida a esta lucha de poderes, acuerdan
celebrar un matrimonio entre Balboa y la hija de Pedrárias.
Aparentemente este acuerdo trajo cierta tranquilidad en la región y Balboa
dedicó los años siguientes a llevar a cabo exploraciones en el Mar del Sur. Sin
embargo surgieron rumores de alzamiento, lo que motivó a Pedrárias ordenarle a
Balboa que se dirigiese a Ada. Allí es apresado, enjuiciado y condenado a muerte,
en enero de 1519.
Posteriormente Pedrarias toma la decisión de trasladar Santa María la
Antigua a las costas del Pacífico, buscando un lugar estratégico para llevar a cabo
la campaña conquistadora. El 15 de agosto de 1519, en una aldea de nativos al
mando del cacique Cori, funda Panamá, primer asentamiento español en tierra
firme que obtuvo el título de Ciudad (el 15 de septiembre de 1521) y primer puerto
hispano en la costa pacífica del continente americano.
Para fines de 1519, Pedrárias ordena a Diego de Albites que repoblara la
antigua fundación de Nombre de Dios con el fin de contar con un puerto base en la
costa caribe del istmo. Entre ambas ciudades se establece un paso comercial, el
Camino real, por el que transitaron abundantes mercancías y un sinnúmero de
viajeros. Sin embargo el lugar escogido para fundar la ciudad de Panamá no era el
más adecuado. Las marcadas diferencias en los cambios de marea, impedían que
el puerto de la ciudad pudiese utilizarse de forma ininterrumpida, lo que incluso
llevó al propio emperador a solicitar su traslado en marzo de 1534, sin embargo el
gobernador de ese entonces, Francisco de Barrionuevo y el Cabildo de la ciudad
se negaron a llevar a cabo dicho traslado.

Las pocas referencias históricas disponibles nos dan una idea de las
condiciones difíciles de la población. Indican que se trata de un área malsana,
rodeada de pantanos y con una seria carencia de agua potable. Los dos ríos que
circundan la ciudad, el río Abajo y el río Gallinero, tenían un bajo caudal durante la
estación seca del año (de enero a abril) y durante la estación lluviosa (abril a
enero) traían agua con abundantes sedimentos. Sin embargo, a pesar de los
inconvenientes, la ciudad se mantiene y se consolida como un centro importante
para las expediciones de conquista hacia el sur del continente.

La información que en su momento recibió Balboa sobre las riquezas de los
pueblos indígenas del sur, específicamente Birú (Perú), llevaron a que Francisco
Pizarro, Diego de almagro y Hernando de Luque, se asociaran en la empresa de
conquista de estos territorios. El 20 de mayo de 1524 celebraron el contrato de
esta expedición, al mando de Pizarro, sin embargo, por múltiples contratiempos,
no fue sino hasta 1531 que se lleva a cabo tal empresa.
La ciudad de Panamá se consolida así como parte importante del proceso
colonizador del sur del continente americano y paso obligado de las riquezas
provenientes del imperio Inca.En su mejor momento como ciudad contó con 
una población estimada de diez mil habitantes.
 Este hecho generó el creciente interés por parte de los piratas, en primera instancia, de
Portobelo y años más tarde de la ciudad de Panamá.
El Conjunto Histórico Monumental de Panamá La Vieja sólo ha sido visto como la primera fundación hispana en el Mar del Sur, puerto base para la conquista del sur del continente y, ciudad de tránsito de las riquezas producto del saqueo al Imperio Inca (fig. 1). Si bien todo esto es cierto, son tan sólo 152 años de historia. Una ínfima parte si tenemos en cuenta que, con el desarrollo del Proyecto Arqueológico de Panamá La Vieja (PAPV), se han podido recuperar datos acerca de seres humanos que habitaron estas costas, durante siglos, desde hace más de mil años. A partir del hallazgo del componente prehispánico de Panamá La Vieja, surgió el inevitable interés de articular la información obtenida hasta el momento, en el contexto arqueológico regional, no sin antes establecer las relaciones de los diversos hallazgos realizados en el área (Sector oeste al Puente del Rey, Plaza Mayor y Parque Morelos)
Sin embargo, aunque la información que poseemos sobre este tema y la correspondiente al contexto arqueológico regional es limitada, ha sido posible proponer un conjunto de hipótesis en torno a la región, con base en el análisis preliminar del conjunto cerámico y las fechas obtenidas hasta el momento, las cuales proveen la base para futuras investigaciones y generan hipótesis que deberán resolverse mediante programas específicos de investigación en el Conjunto Monumental y, a nivel regional, en el área arqueológica denominada por Bray (1990) como el Gran Darién. 

El conjunto cerámico encontrado en Panamá la Vieja, estilísticamente, no es muy variado. Es una cerámica poco decorada con escasa presencia de pintura, salvo la utilización de baños rojos en algunos casos y la presencia de decoración modelada e incisa como alternativa de expresión plástica. Sin embargo estos casos también son pocos, salvo el reporte de Biese, en cercanías de Puente del Rey, en donde se encontraron, comparativamente con la Plaza Mayor y Morelos, una mayor cantidad de artefactos decorados
 
En las playas de Panamá La Vieja corre un viento impetuoso y, en el cieno que deja la baja mar hay fiesta de gaviotas, pelícanos, garcetas y cormoranes. Unos metros más atrás de este espectáculo de vida está la avenida Cincuentenario con sus ruidos de motores, pero allí, al borde de la playa, es perfectamente posible imaginar la vida de los indígenas cuevas mientras las aves descansan y se alimentan de la abundancia del mar.
En las crónicas de la conquista de América se cuenta que, cuando los españoles llegaron al sitio que los cuevas llamaban Panamá, el lugar era un asentamiento varias veces mayor que la ciudad que ellos fundarían unos años después. Los cuevas ocupaban tierras en las que hoy se levantan los barrios de Costa del Este, Coco del Mar y Parque Lefevre, y comerciaban con otros pueblos ubicados en las costas del Pacífico central y del Archipiélago de Las Perlas.
Los cuevas eran buenos pescadores, y su dieta incluía también animales de caza y ranas, especialmente criadas. Los primeros hallazgos de su existencia se dieron en la década de 1960, cuando se encontraron algunas vasijas prehispánicas durante los trabajos de ampliación del cementerio Jardín de Paz, en el área del Parque Lefevre.
Precisamente, buena parte de lo que se sabe sobre los antiguos habitantes de Panamá es por los cementerios prehispánicos encontrados bajo las ruinas de Panamá La Vieja, a partir de las investigaciones arqueológicas retomadas en 1995. A partir de estos estudios se ha podido concluir, por ejemplo, que los indígenas enterraban a sus muertos cerca de sus viviendas ―uno de los cementerios estaba junto a una casa― y que la posición del cuerpo, las ofrendas colocadas y los adornos corporales (o su ausencia) son un indicativo de la posición social que ocupaba en aquella sociedad.
Las excavaciones en la antigua ciudad colonial también han permitido establecer que entre los cuevas había objetos suntuarios (gracias al hallazgo de una ranita de oro), que tenían música (por una flauta de hueso labrada y un silbato en forma de pájaro) y que el uso de collares y pulseras confeccionadas con conchas marinas eran símbolo de estatus y prestigio.
Pedrarias Dávila, fundador de Ciudad de Panamá, escribió en 1516 que por aquellos tiempos “venían a Panamá los caciques de áreas cercanas y más alejadas, para que les fundieran y labraran piezas de orfebrería, dado que había en la zona grandes maestros de este arte”. “Los cuevas compartieron el área con los españoles, aunque no se sabe con certeza cuántos años duró la convivencia”, explica la arqueóloga Mirta Linero Baroni. Los españoles, por su parte, levantaron su ciudad sobre el asentamiento indígena, y más de quinientos años después se sigue tejiendo una historia

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