lunes, 8 de febrero de 2016

El impacto de la Conquista española sobre los pueblos del istmo de Panamá


El impacto de la Conquista española sobre los pueblos del istmo de Panamá












En un lapso menor a 20 años, entre 1501, fecha supuesta de la llegada de Rodrigo de Bastidas a la costa caribeña del Istmo de Panamá, y 1519, cuando se funda la ciudad de Panamá, en la costa del Pacífico, se produjo la destrucción de la sociedad indígena que habitaba el centro y el oriente del istmo, entre la península de Azuero y el Darién. Fue una verdadera hecatombe que liquidó demográficamente a la cultura “cueva”, como la han denominado los antropólogos, o la cultura kuna o dule, según Aristeides Turpana.

A mediados del siglo XVI casi no quedaban vestigios de su sociedad, ni de su modo de producción agrícola, ni de su lengua, ni, por supuesto, sus habitantes, si es verdad que se trataba de una cultura distinta (cueva) a la dule (la cual sí resistió en el Darién colombo-panameño hasta el siglo XIX y en los siglos posteriores repobló la zona). La mayor parte de la barbarie cometida por los conquistadores, que el cura Bartolomé De Las Casas describiera en detalle, se produjo en el Istmo de Panamá.
 
Según el historiador Alfredo Castillero Calvo, se dio “la ruptura brutal que, a partir del momento del Contacto, sufre la racionalidad geográfica que había sido culturalmente fabricada por los aborígenes del Istmo”, la destrucción del “...espacio geográfico del Istmo (que) había sido organizado por los distintos grupos indígenas en “pisos ecológicos” a partir de los sistemas ribereños”, el cual fue suplantado a la larga por una lógica del espacio que ha pasado a denominarse “transitismo”.
 
Transitismo que implica una racionalidad económica y cultural puesta en función del mercado y el naciente capitalismo mundial, no la agricultura de subsistencia, con escaso comercio que había imperado hasta entonces.





La lógica transitista con la que se impone la conquista del Istmo de Panamá va tener su génesis en los informes a la Corona española del cuarto viaje de Cristóbal Colón, cuando se produce lo que Alfredo Castillero denomina “el descubrimiento intelectual del Istmo”, en el sentido de que, por los datos que el Almirante recogió de los indígenas, había otro mar a escasa distancia y, por ende, suponía que debía haber un “paso” o estrecho en algún lugar cercano. El otro elemento que despertó la imaginación de los conquistadores fue su reporte de la existencia de mucho oro en los atuendos de los pobladores de la región.


De manera que el proceso de conquista sobre Tierra Firme, “Castilla del Oro” o el Istmo de Panamá, se estructuró con dos objetivos claros: la búsqueda del paso hacia las islas Molucas o China, y la apropiación del oro local. No hubo, al menos durante las tres cuartas partes del siglo XVI, intención alguna de dominio económico para aprovechar la producción agrícola indígena, ni mucho menos el establecimiento de colonias agrícolas por parte de los propios colonizadores.





El tamaño de la población de los cacicazgos existentes entre Azuero y Darién, antes de la llegada de los conquistadores españoles, aún es tema de debate. Las estimaciones más conservadoras señalan una población de entre 150 y 250 mil habitantes. La mayoría de ellos perecieron en las cacerías humanas montadas por los conquistadores, a las que llamaban “cabalgadas”, las cuales empezaron bajo la dirección del propio Vasco Núñez de Balboa, desde Santa María La Antigua, pero se hicieron más feroces con Gaspar de Espinosa, a fines de 1515, siguiendo órdenes de Pedrarias Dávila. Castillero señala que en este período se arrasó con los cacicazgos, desde Darién (Comogre y Pocorosa), hasta Trota en Veraguas. Cita a los cronistas en el sentido de que, aparte de los muertos en los asaltos, se trajeron cautivas hasta 40.000 personas para los lavaderos de oro en Darién
 
El resultado de este holocausto se aprecia mejor, si se toma en cuenta que, entre 1519 y 1522, cuando se fundan las ciudades españolas de Panamá, Nombre de Dios y Natá, y se realizan las primeras encomiendas, sólo pudieron contabilizarse 8.729 personas, que fueron entregados en “encomienda” a 120 españoles. En Natá no llegaban a 3.000 los indígenas repartidos.
 
Las estimaciones de Castillero consideran que no superaban los 15.000 indígenas en toda la región descrita. Pero la situación empeoró a inicios de la década de 1530, con la conquista del Perú, a donde fueron enviados algunos miles que quedaban (hasta 10.000 varones jóvenes). En el último tercio del siglo XVI, una nueva incursión en Darién sólo encontró tres grupos que sumaban 700 individuos, que fueron relocalizados en las islas del golfo de Panamá
 
Sólo se salvaron de este desastre las comunidades que habitaban la cordillera hacia el occidente y en la vertiente caribeña, que permanecieron aislados y en resistencia a los conquistadores.


Los kunas llegarían posteriormente, procedentes del golfo de Urabá, ocupando el espacio deshabitado que dejaron la extinta población cueva y los propios españoles en la zona del Darién, según la versión prevaleciente entre historiadores y antropólogos.

La penetración española en Veraguas y Coclé del Norte, expandiéndose desde Natá, sólo se consolidaría en las últimas décadas del siglo XVI. En lo que hoy es la provincia de Chiriquí tardaría más porque, aunque tempranamente se fundó Fonseca, ésta fracasó.
 
La situación descrita convirtió la ausencia de mano de obra en un problema crónico a lo largo de los siglos XVI y XVII. Problema que se intentó resolver, primero con indígenas esclavizados procedentes de la zona de Nicaragua y, posteriormente, con mano de obra esclavizada de África. De acuerdo a Castillero, los españoles organizaron política y económicamente el espacio a partir de la fundación de ciudades. Bajo esa lógica, Pedrarias Dávila en representación de la Corona, abandonó pronto a Santa María La Antigua, fundada en el golfo de Urabá por las huestes de Vasco Núñez de Balboa, motivado por la pobreza de sus suelos, el agotamiento de los lavaderos de oro y el proyecto de expansión hacia el norte, Centroamérica, y hacia el sur, hacia el Perú.
 
Esto le llevó a fundar las ciudades de Panamá, en la costa del Pacífico en 1519, Nombre de Dios en el Caribe y Natá (1522) en las sabanas occidentales del centro del Istmo. El eje Panamá-Nombre de Dios (más tarde Portobelo) obedece al objetivo de garantizar el paso. Aunque de Natá suele decirse que su función era la de aprovisionar la zona de tránsito española, en realidad fue establecida como frontera con miras a la conquista de las minas de oro del norte de Veraguas y Coclé

A partir de la década de 1530, la conquista del Perú, asignó a la ciudad de Panamá, la tarea de abastecer los barcos que zarpaban hacia allá. Asignación sumamente importante porque el viaje podía durar hasta cuatro meses, debido a la corriente de Humbolt. Panamá aprovisionaba los barcos fundamentalmente con maíz y carne vacuna, “el resto venía sobre todo de Nicaragua”, a decir de Castillero

El despoblamiento del Istmo no estaba restringido a los indígenas, sino también a la población española, que marchaba al sur. Hacia 1537, en Natá, por ejemplo, sólo quedaban 15 encomenderos y alrededor de 600 indígenas. A mitad del siglo XVI, en el entorno de la ciudad de Panamá, ya existía una importante presencia de esclavos africanos, pero no hay registros estadísticos de esta población para esas fechas.

domingo, 7 de febrero de 2016

Un componente prehispánico de Panamá La Vieja,







Para Panamá La Vieja se observa una alta densidad de este tipo de cerámica en
el área excavada por Biese al oeste del Puente del Rey. Esta cerámica, a su vez, se
encontraba asociada con cerámica pintada del estilo Cubitá (500-700 A.D.) y cerámica
del estilo Conte (700-850 A.D.). La cerámica encontrada por Lothrop en Playa Venado
también se relaciona con los artefactos de Biese y presentaba cerámica estilo Cubitá
(Luis Sánchez comunicación personal, 2002). Finalmente el sector de Puente del Rey
poseía formas cerámicas iguales a las encontradas en la Plaza Mayor de la antigua
ciudad de Panamá. En este sentido tendríamos una ocupación temprana en el río Abajo
(desde el año 500 de nuestra era), si tenemos en cuenta las fechas hasta ahora obtenidas
de las excavaciones en el Conjunto Monumental (todas cerca de la costa) que van
del 850 al 1250 de nuestra era.



Estos datos nos estarían indicando, aparentemente, un modo de vida ribereño,
temprano, con posibles ocupaciones temporales en la costa, que al paso del tiempo se
intensifican y se hacen permanentes. Aún no podemos saber si por aumento demográfico
o por ampliación en la captación de recursos. Finalmente esta ocupación parece
extenderse, cronológicamente, hasta la llegada de los españoles en 1519, teniendo en
cuenta la fecha de la Tumba 6 (1460+-70 A.D.) y la cerámica pintada estilo el Hatillo
(1350-1550 A.D.)10 encontrada durante las excavaciones del Proyecto Arqueológico
Panamá La Vieja, en la Plaza Mayor


miércoles, 3 de febrero de 2016

Arqueología de Panamá La Vieja: del asentamiento prehispánico a la ciudad colonial

Arqueología de Panamá La Vieja: del asentamiento
prehispánico a la ciudad colonial



RESEÑA HISTÓRICA.



Luego de la expedición del litoral caribe, del actual territorio panameño, en 
su cuarto viaje, por parte del almirante Cristóbal Colón, se hace imperante la
necesidad de explorar los nuevos territorios, asignándole esta tarea a Alonso de
Ojeda y Diego de Nicuesa. Se les asignan las tierras desde el cabo de la Vela al
Golfo de Urabá, "Nueva Andalucía", y desde el Golfo de Urabá hacia el oeste,
"Castilla del Oro", respectivamente. Las incursiones tendientes a conquistar y
colonizar Tierra Firme, llevaron a la fundación de San Sebastián de Urabá en 1509
(actual municipio de Necoclí-Antioquia-Colombia), la cual fue destruida por los
nativos de esta región y un año más tarde a la fundación de Santa María la
Antigua del Darién, en inmediaciones del río Tanela (actual municipio de Acandí-
Chocó-Colombia), la cual se convirtió en el primer asentamiento con título de
ciudad, en Tierra Firme.

Las noticias acerca de las abundantes riquezas de este territorio llegaron a
la Corte española por parte de. Vasco Núñez de Balboa. Fue él quien consolidó
Santa María y estableció vínculos estratégicos con los nativos de la región, con el
propósito de facilitar el control de estos amplios territorios. En 1511 el rey lo
nombra gobernador y capitán interino de la Provincia del Darién. El apoyo de la
Corona y las relaciones con los aborígenes le permitieron "descubrir" en 1513 el
océano pacífico o "Mar del Sur" y recibir el título de adelantado de la mar del sur y
gobernador de Panamá y Coiba. Sin embargo en España Balboa no contaba con
toda la confianza por lo que el rey Fernando nombra en 1513 a Pedro Arias de
Avila como capitán general y gobernador de Castilla del Oro.


El 26 de febrero de 1514, la flota de Pedrárias con un grupo de dos mil
hombres aproximadamente, parte hacia el Darién. El 3 de junio arriban a la
Española, y finalmente el 30 de este mismo mes llegan a su destino, Santa María
La Antigua (Ibidem).
La llegada masiva de nuevos colonos llevó a que buena parte de ellos se
enfermaran y murieran al poco tiempo. Con el fin de buscar calmar el hambre que
se vivía en estos días, se encargaron diversas expediciones tendientes a buscar
básicamente alimentos. Esta crisis generó tensiones entre los mandos; incluso el
propio Balboa escribió un par de cartas al rey quejándose del comportamiento y
los excesos del nuevo Gobernador contra los nativos. Allí comenzaron las
tensiones entre estos dos personajes, las cuales se ahondaron cuando la Corona
le otorga el título de adelantado a Balboa en 1515. El protagonismo de éste era
evidente. Sin embargo buscando una salida a esta lucha de poderes, acuerdan
celebrar un matrimonio entre Balboa y la hija de Pedrárias.
Aparentemente este acuerdo trajo cierta tranquilidad en la región y Balboa
dedicó los años siguientes a llevar a cabo exploraciones en el Mar del Sur. Sin
embargo surgieron rumores de alzamiento, lo que motivó a Pedrárias ordenarle a
Balboa que se dirigiese a Ada. Allí es apresado, enjuiciado y condenado a muerte,
en enero de 1519.
Posteriormente Pedrarias toma la decisión de trasladar Santa María la
Antigua a las costas del Pacífico, buscando un lugar estratégico para llevar a cabo
la campaña conquistadora. El 15 de agosto de 1519, en una aldea de nativos al
mando del cacique Cori, funda Panamá, primer asentamiento español en tierra
firme que obtuvo el título de Ciudad (el 15 de septiembre de 1521) y primer puerto
hispano en la costa pacífica del continente americano.
Para fines de 1519, Pedrárias ordena a Diego de Albites que repoblara la
antigua fundación de Nombre de Dios con el fin de contar con un puerto base en la
costa caribe del istmo. Entre ambas ciudades se establece un paso comercial, el
Camino real, por el que transitaron abundantes mercancías y un sinnúmero de
viajeros. Sin embargo el lugar escogido para fundar la ciudad de Panamá no era el
más adecuado. Las marcadas diferencias en los cambios de marea, impedían que
el puerto de la ciudad pudiese utilizarse de forma ininterrumpida, lo que incluso
llevó al propio emperador a solicitar su traslado en marzo de 1534, sin embargo el
gobernador de ese entonces, Francisco de Barrionuevo y el Cabildo de la ciudad
se negaron a llevar a cabo dicho traslado.

Las pocas referencias históricas disponibles nos dan una idea de las
condiciones difíciles de la población. Indican que se trata de un área malsana,
rodeada de pantanos y con una seria carencia de agua potable. Los dos ríos que
circundan la ciudad, el río Abajo y el río Gallinero, tenían un bajo caudal durante la
estación seca del año (de enero a abril) y durante la estación lluviosa (abril a
enero) traían agua con abundantes sedimentos. Sin embargo, a pesar de los
inconvenientes, la ciudad se mantiene y se consolida como un centro importante
para las expediciones de conquista hacia el sur del continente.

La información que en su momento recibió Balboa sobre las riquezas de los
pueblos indígenas del sur, específicamente Birú (Perú), llevaron a que Francisco
Pizarro, Diego de almagro y Hernando de Luque, se asociaran en la empresa de
conquista de estos territorios. El 20 de mayo de 1524 celebraron el contrato de
esta expedición, al mando de Pizarro, sin embargo, por múltiples contratiempos,
no fue sino hasta 1531 que se lleva a cabo tal empresa.
La ciudad de Panamá se consolida así como parte importante del proceso
colonizador del sur del continente americano y paso obligado de las riquezas
provenientes del imperio Inca.En su mejor momento como ciudad contó con 
una población estimada de diez mil habitantes.
 Este hecho generó el creciente interés por parte de los piratas, en primera instancia, de
Portobelo y años más tarde de la ciudad de Panamá.
El Conjunto Histórico Monumental de Panamá La Vieja sólo ha sido visto como la primera fundación hispana en el Mar del Sur, puerto base para la conquista del sur del continente y, ciudad de tránsito de las riquezas producto del saqueo al Imperio Inca (fig. 1). Si bien todo esto es cierto, son tan sólo 152 años de historia. Una ínfima parte si tenemos en cuenta que, con el desarrollo del Proyecto Arqueológico de Panamá La Vieja (PAPV), se han podido recuperar datos acerca de seres humanos que habitaron estas costas, durante siglos, desde hace más de mil años. A partir del hallazgo del componente prehispánico de Panamá La Vieja, surgió el inevitable interés de articular la información obtenida hasta el momento, en el contexto arqueológico regional, no sin antes establecer las relaciones de los diversos hallazgos realizados en el área (Sector oeste al Puente del Rey, Plaza Mayor y Parque Morelos)
Sin embargo, aunque la información que poseemos sobre este tema y la correspondiente al contexto arqueológico regional es limitada, ha sido posible proponer un conjunto de hipótesis en torno a la región, con base en el análisis preliminar del conjunto cerámico y las fechas obtenidas hasta el momento, las cuales proveen la base para futuras investigaciones y generan hipótesis que deberán resolverse mediante programas específicos de investigación en el Conjunto Monumental y, a nivel regional, en el área arqueológica denominada por Bray (1990) como el Gran Darién. 

El conjunto cerámico encontrado en Panamá la Vieja, estilísticamente, no es muy variado. Es una cerámica poco decorada con escasa presencia de pintura, salvo la utilización de baños rojos en algunos casos y la presencia de decoración modelada e incisa como alternativa de expresión plástica. Sin embargo estos casos también son pocos, salvo el reporte de Biese, en cercanías de Puente del Rey, en donde se encontraron, comparativamente con la Plaza Mayor y Morelos, una mayor cantidad de artefactos decorados
 
En las playas de Panamá La Vieja corre un viento impetuoso y, en el cieno que deja la baja mar hay fiesta de gaviotas, pelícanos, garcetas y cormoranes. Unos metros más atrás de este espectáculo de vida está la avenida Cincuentenario con sus ruidos de motores, pero allí, al borde de la playa, es perfectamente posible imaginar la vida de los indígenas cuevas mientras las aves descansan y se alimentan de la abundancia del mar.
En las crónicas de la conquista de América se cuenta que, cuando los españoles llegaron al sitio que los cuevas llamaban Panamá, el lugar era un asentamiento varias veces mayor que la ciudad que ellos fundarían unos años después. Los cuevas ocupaban tierras en las que hoy se levantan los barrios de Costa del Este, Coco del Mar y Parque Lefevre, y comerciaban con otros pueblos ubicados en las costas del Pacífico central y del Archipiélago de Las Perlas.
Los cuevas eran buenos pescadores, y su dieta incluía también animales de caza y ranas, especialmente criadas. Los primeros hallazgos de su existencia se dieron en la década de 1960, cuando se encontraron algunas vasijas prehispánicas durante los trabajos de ampliación del cementerio Jardín de Paz, en el área del Parque Lefevre.
Precisamente, buena parte de lo que se sabe sobre los antiguos habitantes de Panamá es por los cementerios prehispánicos encontrados bajo las ruinas de Panamá La Vieja, a partir de las investigaciones arqueológicas retomadas en 1995. A partir de estos estudios se ha podido concluir, por ejemplo, que los indígenas enterraban a sus muertos cerca de sus viviendas ―uno de los cementerios estaba junto a una casa― y que la posición del cuerpo, las ofrendas colocadas y los adornos corporales (o su ausencia) son un indicativo de la posición social que ocupaba en aquella sociedad.
Las excavaciones en la antigua ciudad colonial también han permitido establecer que entre los cuevas había objetos suntuarios (gracias al hallazgo de una ranita de oro), que tenían música (por una flauta de hueso labrada y un silbato en forma de pájaro) y que el uso de collares y pulseras confeccionadas con conchas marinas eran símbolo de estatus y prestigio.
Pedrarias Dávila, fundador de Ciudad de Panamá, escribió en 1516 que por aquellos tiempos “venían a Panamá los caciques de áreas cercanas y más alejadas, para que les fundieran y labraran piezas de orfebrería, dado que había en la zona grandes maestros de este arte”. “Los cuevas compartieron el área con los españoles, aunque no se sabe con certeza cuántos años duró la convivencia”, explica la arqueóloga Mirta Linero Baroni. Los españoles, por su parte, levantaron su ciudad sobre el asentamiento indígena, y más de quinientos años después se sigue tejiendo una historia