miércoles, 27 de julio de 2016

Descubren sistemas de canales en Palenque

Templo de las Inscripciones. Zona Arqueológica de Palenque. Foto INAH.

 

   

 

˙ Por su cercanía a la cámara funeraria de Pakal II, esta red hidráulica posiblemente reproducía de manera simbólica el camino que lo conduciría a las aguas del inframundo 

 

˙ El hallazgo cambia la teoría original sobre la construcción de la pirámide



Entre el ajuar con que fue ataviado Pakal “El Grande” en su muerte, hace mil 333 años, se encontraba un par de orejeras con un epígrafe que narra cómo, para ser recibido por el dios del inframundo, el difunto debía sumergirse en el agua del dios Chaac. Con el reciente hallazgo de un sistema de canales en el subsuelo del Templo de las Inscripciones, que también corre bajo la cámara funeraria del gobernante palencano, esta metáfora podría tener una interpretación mucho más compleja.

Al dar a conocer este notable descubrimiento en una conferencia de prensa en el Museo Nacional de Antropología, el arqueólogo Arnoldo González Cruz, director del Proyecto Arqueológico Palenque, dijo que por su cercanía a la cámara funeraria (a 1.70 m por debajo del umbral de su pared norte) este sistema hidráulico posiblemente reproducía de manera simbólica el sinuoso camino que condujera a K’nich Janaab’ Pakal, “Escudo Ave-Janaab’ de Rostro Solar”, a las aguas del inframundo.

El antropólogo Diego Prieto, secretario técnico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y el doctor Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador nacional de Arqueología de esa misma institución, comentaron que si bien el Templo de las Inscripciones y su cámara funeraria han sido estudiados por la arqueología desde la mitad del siglo XX, el hallazgo de este sistema hidráulico subterráneo demuestra que la investigación sobre la edificación más representativa de esta zona arqueológica de Chiapas, parte ahora de nuevos cimientos.

Arnoldo González indicó a los medios de comunicación que con este descubrimiento cambia la tesis original del arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier acerca de que la cámara funeraria de Pakal II, la cual descubrió en 1952, sería el punto de partida de los nueve cuerpos que componen el Templo de las Inscripciones. Ahora la evidencia sustenta que su centro debió estar dado por la existencia de un manantial.

La compleja red de canales, dispuestas a diferentes niveles y orientaciones, debió ser diseñada “mucho antes que se proyectara la pirámide misma, en las primeras décadas del siglo VII de nuestra era”. El origen de esta corriente de agua, la cual aún fluye por el canal principal, “fue el punto de partida desde el cual se erigió el edificio y cuyo fin era asociar a Pakal II, el gran señor de Palenque, con estos acuíferos”.

Para Arnoldo González, no cabe duda de que K’nich Janaab’ Pakal fue el sabio que proyectó este plan arquitectónico, porque fue durante su reinado (615-683 d.C.) cuando comenzó la construcción del Templo de las Inscripciones, una edificación funeraria que concluiría su primogénito, K’nich Kan B’ahlam, en el lapso que duró en el trono de Lakamha’, “Lugar de las Grandes Aguas” —nombre original de la ciudad maya—, entre los años 683 y 702 d.C.
El investigador del INAH, quien descubriera en 1994 el sarcófago de la Reina Roja, explicó que el descubrimiento en el subsuelo del Templo de las Inscripciones se dio como un hecho fortuito dentro de los trabajos de conservación arquitectónica del mismo, al realizar una serie de pozos de sondeo al pie de su fachada principal a fin de ubicar el desplante de la escalinata y las alfardas que la limitan.

Dichas labores permitieron determinar que tales elementos arquitectónicos se asientan sobre la roca madre, sin embargo, al ampliar la excavación se observó que ésta presentaba un corte en su parte central y una serie de rellenos (de 3.75 m de ancho). El primero, al pie de la escalinata, presentó grandes rocas acomodadas y amarradas con arcilla que aparentaban un piso; seguido de éste hubo otro estrato de piedras muy gruesas, asentadas y unidas también con barro.

La tercera y cuarta capa guardaron semejanza con las anteriores. Debajo de ese estrato se encontró un canal.

El hecho de que estas piedras estén niveladas y ajustadas, prolongándose bajo el primer escalón del templo y que el ancho del corte coincida con el de la pared norte de la cámara funeraria es muy llamativo. Hemos confirmado que los cuatro estratos de piedra detectados al pie del templo, se ajustan en número y características a los descubiertos bajo la cámara funeraria a través de los cárcamos que se localizan en su parte norte”.

El canal, detalló el arqueólogo, está construido mediante hileras horizontales de grandes piedras talladas, unidas con rajuelas y arcilla plástica. Estas piedras están cubiertas con otras de mayor tamaño dispuestas en forma paralela a modo de techumbre. El conducto es casi cuadrado (50 x 40 cm), su piso es de roca caliza tallada y tiene una longitud aproximada de 17 metros. Al momento de su descubrimiento se observó que el agua aún sigue su curso.

El sistema hidráulico tiene dirección norte-sur, lo que permite drenar el Templo de las Inscripciones, a 2. 70 m de profundidad, hacia la plaza que está frente a él, en sentido noroeste. Al sur, bajo el edificio, el canal principal sigue una línea recta que se ensancha hasta llegar a nueve metros, y forma una especie de vertedero, de 80 x 90 x 60 cm.

El arqueólogo precisó que en el extremo sureste de dicho vertedero está la desembocadura de un segundo canal, de 40 por 20 cm, que corre paralelo al primero pero a un nivel más alto (20 centímetros por encima) y cuyas aguas se unen al canal principal.

El trayecto del conducto principal continúa al suroeste. Sobresale a unos tres metros otra abertura cuadrada de 20 x 20 cm, situada en la parte superior de la cubierta, su fondo se amplía y corre casi equidistante a la vía principal.

El canal principal se prolonga cinco metros más, “pero debido a lo estrecho que se vuelve en ese punto fue imposible determinar su origen”, refirió el investigador del Centro INAH Chiapas.

La exploración previa del sistema hidráulico se hizo con cámaras de video adaptadas a un par de pequeños vehículos, y con la colaboración del arqueólogo Miguel Ángel Vázquez y del trabajador Hernán Peñate, quienes se introdujeron varios metros en él.

De momento, a falta de una tecnología que permita un reconocimiento minucioso, se desconoce el origen del sistema de canales, aunque es posible que el conducto principal desemboque al norte, donde se ubican las estructuras arquitectónicas del denominado Grupo J, y que parte de sus aguas alimenten al arroyo Bernasconi.

El director del Proyecto Arqueológico Palenque consideró que el diseño de los canales pudo determinarse como una forma de drenar el agua pluvial proveniente de las terrazas que forman el Templo XXIV, ubicado al sur de la pirámide.

Sin embargo, la hipótesis más sólida es aquella relacionada con la existencia de un manantial sobre el que fue construido la tumba de Pakal II y cuyas aguas fueron canalizadas por esa vía. Dicha teoría se sustenta tanto en los datos arqueológicos, como en las menciones en la epigrafía e iconografía maya sobre Palenque y otros sitios donde el entierro de personajes se asoció a la presencia de cuerpos de agua.

Para Arnoldo González, estos hallazgos generan más preguntas que respuestas. Por ello —concluyó— espera continuar la exploración con medios tecnológicos, como el georradar, que confirmen la existencia de éstos o inclusive más canales y conocer mejor su origen y configuración

lunes, 8 de febrero de 2016

El impacto de la Conquista española sobre los pueblos del istmo de Panamá


El impacto de la Conquista española sobre los pueblos del istmo de Panamá












En un lapso menor a 20 años, entre 1501, fecha supuesta de la llegada de Rodrigo de Bastidas a la costa caribeña del Istmo de Panamá, y 1519, cuando se funda la ciudad de Panamá, en la costa del Pacífico, se produjo la destrucción de la sociedad indígena que habitaba el centro y el oriente del istmo, entre la península de Azuero y el Darién. Fue una verdadera hecatombe que liquidó demográficamente a la cultura “cueva”, como la han denominado los antropólogos, o la cultura kuna o dule, según Aristeides Turpana.

A mediados del siglo XVI casi no quedaban vestigios de su sociedad, ni de su modo de producción agrícola, ni de su lengua, ni, por supuesto, sus habitantes, si es verdad que se trataba de una cultura distinta (cueva) a la dule (la cual sí resistió en el Darién colombo-panameño hasta el siglo XIX y en los siglos posteriores repobló la zona). La mayor parte de la barbarie cometida por los conquistadores, que el cura Bartolomé De Las Casas describiera en detalle, se produjo en el Istmo de Panamá.
 
Según el historiador Alfredo Castillero Calvo, se dio “la ruptura brutal que, a partir del momento del Contacto, sufre la racionalidad geográfica que había sido culturalmente fabricada por los aborígenes del Istmo”, la destrucción del “...espacio geográfico del Istmo (que) había sido organizado por los distintos grupos indígenas en “pisos ecológicos” a partir de los sistemas ribereños”, el cual fue suplantado a la larga por una lógica del espacio que ha pasado a denominarse “transitismo”.
 
Transitismo que implica una racionalidad económica y cultural puesta en función del mercado y el naciente capitalismo mundial, no la agricultura de subsistencia, con escaso comercio que había imperado hasta entonces.





La lógica transitista con la que se impone la conquista del Istmo de Panamá va tener su génesis en los informes a la Corona española del cuarto viaje de Cristóbal Colón, cuando se produce lo que Alfredo Castillero denomina “el descubrimiento intelectual del Istmo”, en el sentido de que, por los datos que el Almirante recogió de los indígenas, había otro mar a escasa distancia y, por ende, suponía que debía haber un “paso” o estrecho en algún lugar cercano. El otro elemento que despertó la imaginación de los conquistadores fue su reporte de la existencia de mucho oro en los atuendos de los pobladores de la región.


De manera que el proceso de conquista sobre Tierra Firme, “Castilla del Oro” o el Istmo de Panamá, se estructuró con dos objetivos claros: la búsqueda del paso hacia las islas Molucas o China, y la apropiación del oro local. No hubo, al menos durante las tres cuartas partes del siglo XVI, intención alguna de dominio económico para aprovechar la producción agrícola indígena, ni mucho menos el establecimiento de colonias agrícolas por parte de los propios colonizadores.





El tamaño de la población de los cacicazgos existentes entre Azuero y Darién, antes de la llegada de los conquistadores españoles, aún es tema de debate. Las estimaciones más conservadoras señalan una población de entre 150 y 250 mil habitantes. La mayoría de ellos perecieron en las cacerías humanas montadas por los conquistadores, a las que llamaban “cabalgadas”, las cuales empezaron bajo la dirección del propio Vasco Núñez de Balboa, desde Santa María La Antigua, pero se hicieron más feroces con Gaspar de Espinosa, a fines de 1515, siguiendo órdenes de Pedrarias Dávila. Castillero señala que en este período se arrasó con los cacicazgos, desde Darién (Comogre y Pocorosa), hasta Trota en Veraguas. Cita a los cronistas en el sentido de que, aparte de los muertos en los asaltos, se trajeron cautivas hasta 40.000 personas para los lavaderos de oro en Darién
 
El resultado de este holocausto se aprecia mejor, si se toma en cuenta que, entre 1519 y 1522, cuando se fundan las ciudades españolas de Panamá, Nombre de Dios y Natá, y se realizan las primeras encomiendas, sólo pudieron contabilizarse 8.729 personas, que fueron entregados en “encomienda” a 120 españoles. En Natá no llegaban a 3.000 los indígenas repartidos.
 
Las estimaciones de Castillero consideran que no superaban los 15.000 indígenas en toda la región descrita. Pero la situación empeoró a inicios de la década de 1530, con la conquista del Perú, a donde fueron enviados algunos miles que quedaban (hasta 10.000 varones jóvenes). En el último tercio del siglo XVI, una nueva incursión en Darién sólo encontró tres grupos que sumaban 700 individuos, que fueron relocalizados en las islas del golfo de Panamá
 
Sólo se salvaron de este desastre las comunidades que habitaban la cordillera hacia el occidente y en la vertiente caribeña, que permanecieron aislados y en resistencia a los conquistadores.


Los kunas llegarían posteriormente, procedentes del golfo de Urabá, ocupando el espacio deshabitado que dejaron la extinta población cueva y los propios españoles en la zona del Darién, según la versión prevaleciente entre historiadores y antropólogos.

La penetración española en Veraguas y Coclé del Norte, expandiéndose desde Natá, sólo se consolidaría en las últimas décadas del siglo XVI. En lo que hoy es la provincia de Chiriquí tardaría más porque, aunque tempranamente se fundó Fonseca, ésta fracasó.
 
La situación descrita convirtió la ausencia de mano de obra en un problema crónico a lo largo de los siglos XVI y XVII. Problema que se intentó resolver, primero con indígenas esclavizados procedentes de la zona de Nicaragua y, posteriormente, con mano de obra esclavizada de África. De acuerdo a Castillero, los españoles organizaron política y económicamente el espacio a partir de la fundación de ciudades. Bajo esa lógica, Pedrarias Dávila en representación de la Corona, abandonó pronto a Santa María La Antigua, fundada en el golfo de Urabá por las huestes de Vasco Núñez de Balboa, motivado por la pobreza de sus suelos, el agotamiento de los lavaderos de oro y el proyecto de expansión hacia el norte, Centroamérica, y hacia el sur, hacia el Perú.
 
Esto le llevó a fundar las ciudades de Panamá, en la costa del Pacífico en 1519, Nombre de Dios en el Caribe y Natá (1522) en las sabanas occidentales del centro del Istmo. El eje Panamá-Nombre de Dios (más tarde Portobelo) obedece al objetivo de garantizar el paso. Aunque de Natá suele decirse que su función era la de aprovisionar la zona de tránsito española, en realidad fue establecida como frontera con miras a la conquista de las minas de oro del norte de Veraguas y Coclé

A partir de la década de 1530, la conquista del Perú, asignó a la ciudad de Panamá, la tarea de abastecer los barcos que zarpaban hacia allá. Asignación sumamente importante porque el viaje podía durar hasta cuatro meses, debido a la corriente de Humbolt. Panamá aprovisionaba los barcos fundamentalmente con maíz y carne vacuna, “el resto venía sobre todo de Nicaragua”, a decir de Castillero

El despoblamiento del Istmo no estaba restringido a los indígenas, sino también a la población española, que marchaba al sur. Hacia 1537, en Natá, por ejemplo, sólo quedaban 15 encomenderos y alrededor de 600 indígenas. A mitad del siglo XVI, en el entorno de la ciudad de Panamá, ya existía una importante presencia de esclavos africanos, pero no hay registros estadísticos de esta población para esas fechas.

domingo, 7 de febrero de 2016

Un componente prehispánico de Panamá La Vieja,







Para Panamá La Vieja se observa una alta densidad de este tipo de cerámica en
el área excavada por Biese al oeste del Puente del Rey. Esta cerámica, a su vez, se
encontraba asociada con cerámica pintada del estilo Cubitá (500-700 A.D.) y cerámica
del estilo Conte (700-850 A.D.). La cerámica encontrada por Lothrop en Playa Venado
también se relaciona con los artefactos de Biese y presentaba cerámica estilo Cubitá
(Luis Sánchez comunicación personal, 2002). Finalmente el sector de Puente del Rey
poseía formas cerámicas iguales a las encontradas en la Plaza Mayor de la antigua
ciudad de Panamá. En este sentido tendríamos una ocupación temprana en el río Abajo
(desde el año 500 de nuestra era), si tenemos en cuenta las fechas hasta ahora obtenidas
de las excavaciones en el Conjunto Monumental (todas cerca de la costa) que van
del 850 al 1250 de nuestra era.



Estos datos nos estarían indicando, aparentemente, un modo de vida ribereño,
temprano, con posibles ocupaciones temporales en la costa, que al paso del tiempo se
intensifican y se hacen permanentes. Aún no podemos saber si por aumento demográfico
o por ampliación en la captación de recursos. Finalmente esta ocupación parece
extenderse, cronológicamente, hasta la llegada de los españoles en 1519, teniendo en
cuenta la fecha de la Tumba 6 (1460+-70 A.D.) y la cerámica pintada estilo el Hatillo
(1350-1550 A.D.)10 encontrada durante las excavaciones del Proyecto Arqueológico
Panamá La Vieja, en la Plaza Mayor


miércoles, 3 de febrero de 2016

Arqueología de Panamá La Vieja: del asentamiento prehispánico a la ciudad colonial

Arqueología de Panamá La Vieja: del asentamiento
prehispánico a la ciudad colonial



RESEÑA HISTÓRICA.



Luego de la expedición del litoral caribe, del actual territorio panameño, en 
su cuarto viaje, por parte del almirante Cristóbal Colón, se hace imperante la
necesidad de explorar los nuevos territorios, asignándole esta tarea a Alonso de
Ojeda y Diego de Nicuesa. Se les asignan las tierras desde el cabo de la Vela al
Golfo de Urabá, "Nueva Andalucía", y desde el Golfo de Urabá hacia el oeste,
"Castilla del Oro", respectivamente. Las incursiones tendientes a conquistar y
colonizar Tierra Firme, llevaron a la fundación de San Sebastián de Urabá en 1509
(actual municipio de Necoclí-Antioquia-Colombia), la cual fue destruida por los
nativos de esta región y un año más tarde a la fundación de Santa María la
Antigua del Darién, en inmediaciones del río Tanela (actual municipio de Acandí-
Chocó-Colombia), la cual se convirtió en el primer asentamiento con título de
ciudad, en Tierra Firme.

Las noticias acerca de las abundantes riquezas de este territorio llegaron a
la Corte española por parte de. Vasco Núñez de Balboa. Fue él quien consolidó
Santa María y estableció vínculos estratégicos con los nativos de la región, con el
propósito de facilitar el control de estos amplios territorios. En 1511 el rey lo
nombra gobernador y capitán interino de la Provincia del Darién. El apoyo de la
Corona y las relaciones con los aborígenes le permitieron "descubrir" en 1513 el
océano pacífico o "Mar del Sur" y recibir el título de adelantado de la mar del sur y
gobernador de Panamá y Coiba. Sin embargo en España Balboa no contaba con
toda la confianza por lo que el rey Fernando nombra en 1513 a Pedro Arias de
Avila como capitán general y gobernador de Castilla del Oro.


El 26 de febrero de 1514, la flota de Pedrárias con un grupo de dos mil
hombres aproximadamente, parte hacia el Darién. El 3 de junio arriban a la
Española, y finalmente el 30 de este mismo mes llegan a su destino, Santa María
La Antigua (Ibidem).
La llegada masiva de nuevos colonos llevó a que buena parte de ellos se
enfermaran y murieran al poco tiempo. Con el fin de buscar calmar el hambre que
se vivía en estos días, se encargaron diversas expediciones tendientes a buscar
básicamente alimentos. Esta crisis generó tensiones entre los mandos; incluso el
propio Balboa escribió un par de cartas al rey quejándose del comportamiento y
los excesos del nuevo Gobernador contra los nativos. Allí comenzaron las
tensiones entre estos dos personajes, las cuales se ahondaron cuando la Corona
le otorga el título de adelantado a Balboa en 1515. El protagonismo de éste era
evidente. Sin embargo buscando una salida a esta lucha de poderes, acuerdan
celebrar un matrimonio entre Balboa y la hija de Pedrárias.
Aparentemente este acuerdo trajo cierta tranquilidad en la región y Balboa
dedicó los años siguientes a llevar a cabo exploraciones en el Mar del Sur. Sin
embargo surgieron rumores de alzamiento, lo que motivó a Pedrárias ordenarle a
Balboa que se dirigiese a Ada. Allí es apresado, enjuiciado y condenado a muerte,
en enero de 1519.
Posteriormente Pedrarias toma la decisión de trasladar Santa María la
Antigua a las costas del Pacífico, buscando un lugar estratégico para llevar a cabo
la campaña conquistadora. El 15 de agosto de 1519, en una aldea de nativos al
mando del cacique Cori, funda Panamá, primer asentamiento español en tierra
firme que obtuvo el título de Ciudad (el 15 de septiembre de 1521) y primer puerto
hispano en la costa pacífica del continente americano.
Para fines de 1519, Pedrárias ordena a Diego de Albites que repoblara la
antigua fundación de Nombre de Dios con el fin de contar con un puerto base en la
costa caribe del istmo. Entre ambas ciudades se establece un paso comercial, el
Camino real, por el que transitaron abundantes mercancías y un sinnúmero de
viajeros. Sin embargo el lugar escogido para fundar la ciudad de Panamá no era el
más adecuado. Las marcadas diferencias en los cambios de marea, impedían que
el puerto de la ciudad pudiese utilizarse de forma ininterrumpida, lo que incluso
llevó al propio emperador a solicitar su traslado en marzo de 1534, sin embargo el
gobernador de ese entonces, Francisco de Barrionuevo y el Cabildo de la ciudad
se negaron a llevar a cabo dicho traslado.

Las pocas referencias históricas disponibles nos dan una idea de las
condiciones difíciles de la población. Indican que se trata de un área malsana,
rodeada de pantanos y con una seria carencia de agua potable. Los dos ríos que
circundan la ciudad, el río Abajo y el río Gallinero, tenían un bajo caudal durante la
estación seca del año (de enero a abril) y durante la estación lluviosa (abril a
enero) traían agua con abundantes sedimentos. Sin embargo, a pesar de los
inconvenientes, la ciudad se mantiene y se consolida como un centro importante
para las expediciones de conquista hacia el sur del continente.

La información que en su momento recibió Balboa sobre las riquezas de los
pueblos indígenas del sur, específicamente Birú (Perú), llevaron a que Francisco
Pizarro, Diego de almagro y Hernando de Luque, se asociaran en la empresa de
conquista de estos territorios. El 20 de mayo de 1524 celebraron el contrato de
esta expedición, al mando de Pizarro, sin embargo, por múltiples contratiempos,
no fue sino hasta 1531 que se lleva a cabo tal empresa.
La ciudad de Panamá se consolida así como parte importante del proceso
colonizador del sur del continente americano y paso obligado de las riquezas
provenientes del imperio Inca.En su mejor momento como ciudad contó con 
una población estimada de diez mil habitantes.
 Este hecho generó el creciente interés por parte de los piratas, en primera instancia, de
Portobelo y años más tarde de la ciudad de Panamá.
El Conjunto Histórico Monumental de Panamá La Vieja sólo ha sido visto como la primera fundación hispana en el Mar del Sur, puerto base para la conquista del sur del continente y, ciudad de tránsito de las riquezas producto del saqueo al Imperio Inca (fig. 1). Si bien todo esto es cierto, son tan sólo 152 años de historia. Una ínfima parte si tenemos en cuenta que, con el desarrollo del Proyecto Arqueológico de Panamá La Vieja (PAPV), se han podido recuperar datos acerca de seres humanos que habitaron estas costas, durante siglos, desde hace más de mil años. A partir del hallazgo del componente prehispánico de Panamá La Vieja, surgió el inevitable interés de articular la información obtenida hasta el momento, en el contexto arqueológico regional, no sin antes establecer las relaciones de los diversos hallazgos realizados en el área (Sector oeste al Puente del Rey, Plaza Mayor y Parque Morelos)
Sin embargo, aunque la información que poseemos sobre este tema y la correspondiente al contexto arqueológico regional es limitada, ha sido posible proponer un conjunto de hipótesis en torno a la región, con base en el análisis preliminar del conjunto cerámico y las fechas obtenidas hasta el momento, las cuales proveen la base para futuras investigaciones y generan hipótesis que deberán resolverse mediante programas específicos de investigación en el Conjunto Monumental y, a nivel regional, en el área arqueológica denominada por Bray (1990) como el Gran Darién. 

El conjunto cerámico encontrado en Panamá la Vieja, estilísticamente, no es muy variado. Es una cerámica poco decorada con escasa presencia de pintura, salvo la utilización de baños rojos en algunos casos y la presencia de decoración modelada e incisa como alternativa de expresión plástica. Sin embargo estos casos también son pocos, salvo el reporte de Biese, en cercanías de Puente del Rey, en donde se encontraron, comparativamente con la Plaza Mayor y Morelos, una mayor cantidad de artefactos decorados
 
En las playas de Panamá La Vieja corre un viento impetuoso y, en el cieno que deja la baja mar hay fiesta de gaviotas, pelícanos, garcetas y cormoranes. Unos metros más atrás de este espectáculo de vida está la avenida Cincuentenario con sus ruidos de motores, pero allí, al borde de la playa, es perfectamente posible imaginar la vida de los indígenas cuevas mientras las aves descansan y se alimentan de la abundancia del mar.
En las crónicas de la conquista de América se cuenta que, cuando los españoles llegaron al sitio que los cuevas llamaban Panamá, el lugar era un asentamiento varias veces mayor que la ciudad que ellos fundarían unos años después. Los cuevas ocupaban tierras en las que hoy se levantan los barrios de Costa del Este, Coco del Mar y Parque Lefevre, y comerciaban con otros pueblos ubicados en las costas del Pacífico central y del Archipiélago de Las Perlas.
Los cuevas eran buenos pescadores, y su dieta incluía también animales de caza y ranas, especialmente criadas. Los primeros hallazgos de su existencia se dieron en la década de 1960, cuando se encontraron algunas vasijas prehispánicas durante los trabajos de ampliación del cementerio Jardín de Paz, en el área del Parque Lefevre.
Precisamente, buena parte de lo que se sabe sobre los antiguos habitantes de Panamá es por los cementerios prehispánicos encontrados bajo las ruinas de Panamá La Vieja, a partir de las investigaciones arqueológicas retomadas en 1995. A partir de estos estudios se ha podido concluir, por ejemplo, que los indígenas enterraban a sus muertos cerca de sus viviendas ―uno de los cementerios estaba junto a una casa― y que la posición del cuerpo, las ofrendas colocadas y los adornos corporales (o su ausencia) son un indicativo de la posición social que ocupaba en aquella sociedad.
Las excavaciones en la antigua ciudad colonial también han permitido establecer que entre los cuevas había objetos suntuarios (gracias al hallazgo de una ranita de oro), que tenían música (por una flauta de hueso labrada y un silbato en forma de pájaro) y que el uso de collares y pulseras confeccionadas con conchas marinas eran símbolo de estatus y prestigio.
Pedrarias Dávila, fundador de Ciudad de Panamá, escribió en 1516 que por aquellos tiempos “venían a Panamá los caciques de áreas cercanas y más alejadas, para que les fundieran y labraran piezas de orfebrería, dado que había en la zona grandes maestros de este arte”. “Los cuevas compartieron el área con los españoles, aunque no se sabe con certeza cuántos años duró la convivencia”, explica la arqueóloga Mirta Linero Baroni. Los españoles, por su parte, levantaron su ciudad sobre el asentamiento indígena, y más de quinientos años después se sigue tejiendo una historia

viernes, 29 de enero de 2016

Las tumbas doradas de Panamá

Las tumbas doradas de Panamá >

A poco más de dos horas en carro de la capital se encuentra el centro precolombino más importante que se haya descubierto en el Istmo. Su riqueza material y cultural marca el comienzo de una nueva era en la arqueología panameña.
El área de Coclé fue, a lo largo de trescientos años entre el año 700 y 1000 el eje central de una extensa jefatura. Así lo demuestra la existencia de El Caño, un conjunto funerario excepcional en la región, cuyos monolitos y restos encontrados parecen demostrar que allí se realizaban rituales para enterrar a los muertos.
En abril del 2009, la arqueología en Panamá dio un paso sin precedentes al descubrirse un cementerio conformado por seis grandes tumbas de personajes de alto estatus cubiertos de ajuares con objetos de oro, cobre, huesos de animales y piedra en la zona de El Caño, provincia de Coclé, a solo 120 kilómetros de la capital. El hallazgo fue tan significativo que mereció la portada de la revista National Geographic para América Latina, en su número de enero del 2012.
"El que busca encuentra", dice el refrán, y así comenzó todo, buscando. En el 2005, un equipo de 20 arqueólogos encabezado por la colonense Julia Mayo doctora en Antropología Americana por la Universidad Complutense de Madrid e investigadora asociada del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales en Panamá (STRI) buscaba en la zona del valle del río Grande, indicios que le ayudaran con las investigaciones que estaba realizando acerca de las sociedades de jefaturas -caracterizadas por tener una estructura social piramidal en el Panamá del siglo dieciséis. "Desde la arqueología, son numerosos los esfuerzos orientados a determinar cuestiones claves en el estudio de estas sociedades, tales como las dimensiones de las unidades políticas y la forma en que se integraban los territorios, los factores implicados en los cambios sociopolíticos u orígenes de las jefaturas y su evolución o desarrollo en diferentes puntos del Istmo", explica Mayo.
Para la doctora Julia Mayo, las piezas encontradas nos brindan indicios de quiénes eran nuestros antepasados indígenas, cuáles eran sus roles, cómo era la estructura sociopolítica y territorial de estos grupos y qué tan desarrolladas estaban sus industrias y economía.

Pero, cuál fue su sorpresa cuando después de cuatro años de trabajar en el área encontraron el complejo funerario precolombino más grande que se haya descubierto en Panamá. De las seis tumbas halladas, cuatro (denominadas T1, T2, T3 y T4) han sido excavadas, las cuales muestran que los difuntos de alto rango de los coclé grupo que habitaba en el área eran acompañados por otras personas cuya causa de muerte todavía se desconoce, pero que se cree pudieron haberse suicidado o haber sido sacrificadas. Sus cuerpos eran envueltos en tejidos, mientras que los cuerpos pertenecientes a los miembros más poderosos y destacados de esta comunidad eran envueltos en lienzos empapados con resinas. Todos los cuerpos en general eran tapados por platos y ollas bellamente decoradas.
Según los resultados que hasta ahora han arrojado los análisis preliminares de las excavaciones, el complejo ceremonial funerario y la serie de sepulcros data de los años 750 a 1000 d.C. Sus monolitos y restos parecen demostrar que en ese lugar se realizaban rituales con bailes y música para enterrar a los muertos. Las tumbas eran fosas excavadas en la tierra, algunas de forma escalonada en donde se ponían vasijas con alimentos, lanzas, hachas y cuerpos. Unas eran selladas con tierra; mientras que las más recientes fueron cubiertas por ranchos de madera.
Paso a paso hacia el descubrimiento
Años de arduo trabajo han formado parte de la historia de este hallazgo histórico, tal como lo evidencian los pasos que se siguieron en el proceso:
1. Plano (2005):
Se hizo un plano del sitio incluyendo montículos y monolitos del Parque Arqueológico El Caño. El trabajo fue realizado por el coinvestigador del proyecto, Carlos Mayo.
Un primer plano de la excavación de la tumba T2. Fueron cuatro años de estudios y largas horas de búsqueda bajo el sol en la zona de El Caño. El hallazgo de las seis tumbas se dio en abril de 2009. Un merecido triunfo para el equipo de 20 arqueólogos encabezado por la Dra. Julia Mayo y un paso sin precedentes para la arqueología panameña. 
2. Sondeo (2006):
Se hizo un sondeo del subsuelo con un magnetómetro de vapor de cesio prestado por la Universidad de París con el objetivo de encontrar otras estructuras enterradas. El trabajo fue realizado por el geofísico Alexis Mojica. Nota: Tanto el mapa topográfico que realizó Carlos Mayo como el trabajo que realizó Alexis Mojica mostraron un área de relleno circular de 5000 m2.
3. Excavación (2008):
Se estableció un área de excavación en el interior del espacio circular y se excavaron 100 m2 hasta una profundidad de 50 cm en donde se encontraron dos capas de rellenos (con los que posiblemente habían cubierto el cementerio para ocultarlo). Debajo de estos, se encontraron los restos carbonizados y las huellas de los horcones de los bohíos con los que cubrían las tumbas. Finalmente, debajo de estos carbones se encontraron las seis tumbas.
4. Hallazgo (2009):
Se encontró el primer entierro.
La Dra. Mayo explica que se excava muy despacio utilizando pequeñas herramientas de madera, palaustres y brochas. "A medida que va avanzando la excavación vamos registrando cada osamenta y artefacto con una estación total. El resultado final es un mapa en que se muestra la ubicación de cada elemento. Después, se le da un número de registro y se incluye en un inventario. La información de contexto y número de registro se copia en una etiqueta. Se toma una foto y se recoge la pieza que se guarda con su etiqueta". Asimismo, la arqueóloga enfatiza que con ellos hay siempre un inspector de la Dirección Nacional de Patrimonio Histórico que igualmente lleva un registro de lo encontrado. Cabe resaltar que parte de los equipos y el espacio de laboratorio para desarrollar estos trabajos fue ofrecido por el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales. La riqueza de El Caño, un viaje a nuestras raíces indígenas Más importante que la cantidad de utensilios en oro, cobre y piedras preciosas y semipreciosas que se encontraron en el último hallazgo de El Caño, es la información de contexto que nos brinda este lugar y sus piezas sobre cómo era la estructura social de nuestros antepasados indígenas.
En las tumbas se encontraron una vasta cantidad de piezas de oro como percheros, orejeras, brazaletes, colgantes, collares y espinilleras.
Asimismo, la arqueóloga enfatiza que con ellos hay siempre un inspector de la Dirección Nacional de Patrimonio Histórico que igualmente lleva un registro de lo encontrado. Cabe resaltar que parte de los equipos y el espacio de laboratorio para desarrollar estos trabajos fue ofrecido por el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales.
La riqueza de El Caño, un viaje a nuestras raíces indígenas
Más importante que la cantidad de utensilios en oro, cobre y piedras preciosas y semipreciosas que se encontraron en el último hallazgo de El Caño, es la información de contexto que nos brinda este lugar y sus piezas sobre cómo era la estructura social de nuestros antepasados indígenas.
Según Mayo, la mayoría de las piezas arqueológicas que se exhiben en Colombia, Costa Rica, España o en Estados Unidos no tienen esta información. Refiriéndose a las piezas de El Caño, la Dra. Mayo dice que "el análisis de los materiales no solo nos da información sobre la naturaleza del intercambio sino también nos permite llegar a determinar con qué técnicas y tecnología fueron fabricados y, por ende, qué tan desarrolladas estaban sus industrias. Además, nos dicen quiénes eran cada una de las personas enterradas en las tumbas, cuáles eran sus roles, categorías sociales y estatus".
Los difuntos de alto rango eran vestidos y adornados con piezas de oro. Entre los 120 ajuares de oro y cobre hallados en las tumbas, se encontraron todo tipo de adornos. En esta foto se pueden apreciar las placas para las aljubas o camisas y las orejeras, encontradas dentro de un paquete asociado al individuo principal de la tumba T2.
Otro punto de gran envergadura es que gracias a este descubrimiento se supo que El Caño no es una extensión de Sitio Conte, en donde hace 70 años se halló la primera evidencia arqueológica con el descubrimiento de un cementerio. Las tumbas descubiertas en El Caño son coetáneas a las encontradas en este primer complejo funerario. Los sitios se encuentran a tan solo 2.5 kilómetros de distancia el uno del otro y los alineamientos que llevaban de Sitio Conte a El Caño daban a entender que, como explica Mayo, "ambos lugares eran componentes diferentes de un mismo complejo ceremonial y funerario de grandes dimensiones". Sin embargo, el hallazgo de El Caño liderado por la Dra. Mayo demostró que El Caño es igualmente un centro ceremonial, pero independiente de Sitio Conte y que, pese a su cercanía y su similitud de patrón funerario, son dos cementerios separados, pero que funcionaron al mismo tiempo.
De acuerdo a la arqueóloga panameña, la existencia de estos dos cementerios de élite está cambiando nuestra perspectiva sobre la extensión y complejidad de la jefatura a la cual representan. "Este descubrimiento implica el tener una segunda oportunidad para excavar, con un equipo de investigadores liderados por dos científicos panameños, usando técnicas y métodos de investigación más modernos que aquellos usados en Sitio Conte, un importante cementerio rico en información", comenta y añade que El Caño es "una pequeña caja de sorpresas y el rincón del país con mayor concentración de datos sobre jefaturas de la región", finaliza.
Esta vasija efigie fue una de las vasijas precolombinas halladas en las tumbas y representa a uno de los individuos enterrado en la tumba T2. Sus diseños en el rostro y los brazos son tatuajes que expresan su estatus o rango.

Cronología de las excavaciones y hallazgos de El Caño
Esta no es la primera vez que exploran y excavan El Caño:
  • La primera excavación se hizo en 1926 cuando el coleccionista y explorador norteamericano Hyatt Verril iba en busca de piezas para el Museo del Indio Americano, Heye Foundation de Nueva York.
  • La segunda vino treinta y cinco años después con Gerald Doyle, quien descubrió un entierro cerca de unos alineamientos monolitos.
  • La tercera se realizó en 1973 con el científico y arqueólogo británico Dr. Richard Cooke, quien hizo un rescate arqueológico cuando fortuitamente, pasando cerca de El Caño, se le informó que algunos montículos mortuarios que él había visto en 1969 iban a ser aplanados. Cooke decidió volver al sitio y logró rescatar cuatro urnas partidas por la mitad, las cuales contenían objetos precolombinos y coloniales como cuentas de concha y piedra, cuatro artefactos de oro y algunas cuentas de vidrio del tipo "Nueva Cádiz". Gracias a este descubrimiento, la antropóloga Dra. Reina Torres de Araúz consiguió rescatar el área.
  • Finalmente, en 1988, el arqueólogo panameño Carlos Fitzgerald excavó dos montículos llegando a la conclusión de que El Caño era un sitio multicomponente y multifuncional, ya que a lo largo del tiempo había sido ocupado varias veces para diferentes fines.
  • Los descubrimientos realizados en El Caño nos llenan de optimismo, nos indican la importancia que se le debe dar a la arqueología en Panamá y nos enorgullecen, puesto que se han realizado bajo los más estrictos parámetros de calidad, utilizando técnicas que han permitido la recuperación de valiosos datos.
    Un vistazo a la arqueología en Panamá El descubrimiento en El Caño es una verdadera revelación y un indicativo del valor que se le debe dar a la arqueología en Panamá. Desafortunadamente, según Cooke, encargado de conducir diversas investigaciones desde 1969 en Gran Coclé y de encabezar proyectos como el del Cerro Juan Díaz y Sitio Conte, Panamá tiene una gran desventaja en relación a países como Colombia y Costa Rica con respecto a la arqueología académica.

    Para el Dr. Cooke, el hallazgo de El Caño tiene características muy especiales que hasta el momento no se han encontrado en otra parte de esa región panameña y aplaude la excelente labor que realizó la arqueóloga Mayo. "En lo cultural y en lo cronológico, los hallazgos recientes en El Caño son muy parecidos a los de Sitio Conte. Sin embargo, las técnicas de campo empleadas por el equipo de la Dra. Mayo son más finas lo que ha permitido la recuperación de una mayor variedad y mejor calidad de datos referentes a una sociedad cacical", explica Cooke. Para él, la planificación de la Dra. Mayo fue impecable desde el inicio del proyecto hasta la etapa de análisis.
    Este exitoso acontecimiento no solo demuestra la importancia que se le debe dar a la arqueología en Panamá, sino que también, como lo expresa Mayo, puede y debe servir de motor de desarrollo además de otras actividades, tales como la difusión y divulgación científica, conservación, educación y desarrollo económico y social de su entorno.
    La Fundación El Caño se encuentra en busca tanto de entidades interesadas en crear un patronato que administre el Parque Arqueológico así como de fondos para sus programas. Otro de sus objetivos es construir en El Caño un centro de interpretación para el interés, la formación y educación de estudiantes y visitantes.

    Tipo de piezas encontradas en este halazgo de El Caño
  • 120 ajuares de oro y cobre con los que se vestían a los difuntos de alto rango y que están compuestos por pecheras, orejeras, brazaletes, colgantes, collares, espinilleras de oro y cobre.
  • Ofrendas: Elementos como vasijas para las comidas y bebidas que acompañaban a las personas enterradas en las tumbas y que les servirían en su viaje después de la muerte.
  • Platos: Colocados sobre los cuerpos posiblemente como protección.
  • Incensarios: Para evitar los olores y purificar el ambiente.
  • Artefactos hechos con materiales perecederos: Solo se conservan las impresiones en la arcilla de las esterillas que cubrían o tapizaban los pisos de las tumbas.
  • Tanto las plumas con las que se construían los tocados, como las maderas de las lanzas y hachas se perdieron para siempre.
  • ¿Sabía usted que...?
    A raíz del hallazgo en El Caño, se creó la Fundación El Caño con el fin de trabajar en pro de la conservación del patrimonio arqueológico de Panamá y difundir su investigación científica.
  • La siguiente excavación de El Caño será financiada por el INAC (Instituto Nacional de Cultura) a lo largo de los próximos cinco años a través de un convenio de colaboración entre esta institución y la Fundación El Caño. Con estos fondos se excavarán las tumbas T3 y T4.
  • El Parque Arqueológico El Caño fue fundado en diciembre de 1979 y comprende ocho hectáreas que se extienden sobre una llanura drenada por ríos.
  • Los únicos artefactos de El Caño que serán enviados al exterior son aquellos cuyo tratamiento químico no se puede realizar en Panamá o cuya identificación requiere técnicas especiales, pero una vez estén restaurados y analizados regresarán al país. Este hecho marca una fuerte diferencia con el manejo que se le dio al hallazgo de Sitio Conte, cuya mayoría de materiales culturales fueron llevados a los Estados Unidos para nunca volver.
















    • Créditos: Las piezas son cortesía de la Dirección Nacional de Patrimonio Histórico (DNPH) y el Instituto Nacional de Cultura (INAC). El Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI, por sus siglas en inglés) brinda cooperación, asesoría y asistencia con equipos y espacio en sus laboratorios. La doctora Julia Mayo es directora del Proyecto Arqueológico El Caño, presidenta de la Fundación El Caño, investigadora asociada del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y Explorer de la National Geographic Society



    lunes, 25 de enero de 2016

    Los primeros indígenas de Panamá


    Panamá, primeros habitantes...




    Chibchas que provenian del sur (Colombia).
    Nahuas y Mayas provenían del norte ( México, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Cota Rica).
    Los Caribes y los Cuevas que provenian del Caribe (Antillas Menores).
    Estos grupos indígenas se establecieron en las mejores zonas aptas para el cultivo.
    Su organización política radicaba en la división, en tribus.
    Las tribus mas destacadas y que se revelaron contra los españoles fueros las dirigidas por los caciques Cémaco, Careta, Ponca, Comagre y Cuarecua, otras tribus Urracá, Perequeté, Natá, Chirú, París y Cébaco.





    Los Kunas, bokotas, ngobe bugles y teribes poseen una raíz linguística común, deribada de los chibchas.
    Los primeros habitantes del territorio panameño elaboraron instrumentos de piedra, hueso o madera para utilizarlos en la caza y en las labores domésticas.


    De que se alimentaban?
    Vivían de la recolección de frutas, la caza y la pesca. Sembraban maíz, yuca, frijoles, papas, etc.




    Características fisicas:
    Mediana estatura, robustos, de ojos oblicuos negros, pelo lacio negro, pómulos salientes, dientes blancos y piel cobriza.


    Como se vestían?
    Usaban muy poca ropa, algunos con tapa rabos, trajes lagos con muchos colores, pintaban su cuerpo, se hacían tatuajes, usaban plumas, collares y objetos de oro, como argollas.




    Como vivían?
    Sus casas eran de paja y hojas de palmas. Construían sus viviendas en la copas de los árboles, sus muebles eran sencillos, utensilios hechos de cerámica.


    Instrumentos de lucha:
    Se defendían de sus agresores, o las usaban para la cacería los arcos, flechas, hondas, lanzas, mazos, escudos.


    Los indígenas piensan que la muerte era el punto de partida de un largo viaje hacia el otro mundo, ponían junto al cadáver maíz, pescado, verduras y los utensilios, armas y joyas de su propiedad. Siempre construían las tumbas bajo la sombra de un arbol.


    Creían varios dioses, algunos de ellos eran astros, el sol y la luna los principales.


    Según Torres de Araúz R

    Los primeros indígenas de Panamá


    Arte Precolombino de Panamá
    En Panamá existe evidencia de la presencia de varios grupos indígenas por ser sitio de tránsito para estas primeras poblaciones de nuestro istmo. Dentro de las emigraciones de América del Sur podemos mencionar a los indios andinos, los cuales formaron grupos pequeños y mantuvieron sus tribus separados unos de otros provocando posteriormente su desaparición ante la llegada de nuevos grupos.  Los caribes se establecieron en las pampas del Orinoco, las islas de las Antillas y casi toda la costa atlántica de Venezuela, Colombia y América Central.
    La principal masa de pobladores de nuestra patria se componía de nahuas, mayas y caribes: los dos primeros grupos provienen de América Central; el último de las Antillas y de la banda oriental del golfo de Urabá.
    Cuando los caribes invadieron el Istmo encontrábanse ya establecidos en el país los andinos, los nahuas y los mayas; de manera que fue necesario luchar por la hegemonía y por la posesión del territorio. Del choque entre caribes y andinos resultó el aniquilamiento de los segundos, con pérdida no sólo de las regiones que habitaban sino también de lo que más caracteriza a una raza, su idioma y sus costumbres.
    Los nahuas y mayas, presentaron a los invasores enérgica resistencia;  aunque los caribes se apoderaron de casi toda la costa atlántica como también de la del Pacífico. Dado que llegaron a establecerse casi sin solución de continuidad desde el Darién hasta Panamá, no les fue posible, sin embargo, hacer lo mismo en el interior del país, pues cuantas veces lo intentaron sufrieron grandes e irreparables pérdidas.
    Los patrones culturales propios de los grupos caribes son identificables entre los Gunas y entre las diversas culturas de filiación Talamanca. La sociedad aparecía estratificada en tres o cuatro clases, con una marcada preponderancia del jefe.
    Pocas veces había un sacerdocio organizado, solucionándose conjuntamente lo curativo y lo religioso a través del Shamán. Sin embargo, se registraba culto en los templos y la existencia de ídolos.

    Petroglifo realizado por pueblos precolombino - Sitio Barriles
    La posición social iba con relación a la riqueza y estrato, como también su desempeño en la guerra. La cautividad de esclavos en éstas era factor importante para la derivación  económica (explotación laboral), como también para el culto religioso (sacrificios, ofrendas).
    Las costumbre fúnebres incluían enterramientos secundarios en urnas; para los jefes, se llevan a cabo enterramiento y funerales especiales que incluían momificación mediante desecamiento. El sacrificio de esposas y esclavos eran comunes en este caso.
    Los caracteres físicos de los indios que ocupaban nuestro territorio eran los siguientes: piel cobriza cuya intensidad variaba según las localidades; cabellos negros, lacios y gruesos, frente angosta; ojos algo hundidos bajo cejas negras; nariz pequeña, perfilada en unos, chata en otros; pómulos salientes; boca mediana; labios delgados, dientes blancos, mejillas proporcionadas y barba pequeña.
    Generalmente los moradores de las costas tenían más tostada la piel y la talla más elevada que los de la sierras. Las mujeres eran por lo común pequeñas bien formadas, “las  más bellas y hermosas que he visto en la Indias”, escribe el cronista Cieza de León.

    Cerámica de los indios precolombinos - Sitio Barriles
    Estas comunidades vivían de la agricultura, de la pesca y de la caza. Cultivaban el maíz, la yuca, el otoe, el plátano, el frijol, el camote y otros vegetales alimenticios. Pescaban con redes, con anzuelos de espinas de tiburón o por medio de ciertas substancias vegetales que le echaban al agua de los ríos para adormecer a los peces.
    Para la caza poseían grandes disposiciones naturales: imitabas las voces de varios animales como quejidos dolorosos de éstos o de sus crías; para obtener fuego frotaban rápidamente un palo contra un pedazo de madera y para aumentar la combustión le agregaban yesca o hierbas secas.
    Fuentes:
    Sosa J, Arce E 1911, Compendio de Historia de Panamá.
    Torres de Araúz R 1999, Panamá Indígena, Ed. Autoridad del Canal de Panamá, Panam