El brazo perdido de Laocoonte
Cuenta la historia, en la que mito y realidad se funden, a base de ser repetida, que en una mañana del frío invierno de 1506, en un viñedo propiedad de Felice de Fredis situado en la colina del Esquilinode Roma, sobre lo que en época antigua había sido el palacio de Tito y anteriormente la Domus Aureade Nerón, apareció lo que parecía una escultura de época clásica. La noticia corrió por Roma y llegó hasta oídos del papa Julio II que rápidamente mandó allí, para valorar el descubrimiento, a dos de sus mejores artistas: Sangallo y Miguel Ángel.
Cuando Sangallo y Buonarroti llegaron a lugar no podían creer lo que veían, al contemplar aquella maravillosa pieza de mármol cubierta de tierra sucia, el arquitecto Giuliano da Sangallo exclamó: “¡Este es el Laocoonte que mencionaba Plinio!”. Efectivamente se trataba de la escultura que el escritor romano vio en el palacio del emperador Tito y de la que decía en su Historia Natural “debe ser situada por delante de todas, no sólo del arte de la estatuaria sino también del de la pintura. Fue esculpida en un solo bloque de mármol por los excelentes artistas de Rodas Agesandro, Polidoro y Atenodoro y representa a Laocoonte, sus hijos y las serpientes admirablemente enroscadas”. Los artistas impresionados por aquella potente escultura recomendaron al Papa que la comprara. Aunque la obra no está realizada en un solo bloque, tal y como aseguraba Plinio el Viejo, nadie dudó de que se trataba de la legendaria escultura.
En 1520 Baccio Bandinelli realiza la primera reconstrucción del brazo de Laocoonte empleando cera, esta reposición se perdió, pero sabemos como era porque Bandinelli realizó una reproducción del Laocoonte (con su brazo añadido) que hoy podemos ver en la galería de los Uffici de Florencia. Bandinelli reconstruye el brazo de Laooconte ligeramente flexionado consiguiendo una buena composición. Vasari en sus Vidas dice de la reconstrucción del brazo que “ se parecía tanto a los antiguos trabajos en los músculos, en el vigor, y en la forma, y armonizada con ella tan bien, que mostró cómo Baccio entiende su arte” .
La propuesta de Montorsoli fue la que conocieron los que vieron el Laocoonte hasta que en 1725 Agostino Cornacchini modifica de nuevo los brazos del Laooconte y el hijo menor, en este caso emplea como material el mármol y levanta ambos brazos en exceso. Se trata de una de las propuestas menos acertadas, tanto es así que en 1819 el escultor neoclásico Canova modifica de nuevo el brazo de Laocoonte, su interpretación es muy cercana a la que hizo Montorsoli en 1531…
Toda esta lista de restauraciones llega a su fin con una de esas casualidades casi increíbles. En 1905 el arqueólogo Ludwig Pollac localiza el brazo original del Laocoonte en una vieja tienda de antigüedades de la Vía Labicana, a pocos metros de donde la escultura fue encontrada 400 años antes… y claro el final de esta historia es de sobra conocido: el brazo estaba flexionado como había defendido Miguel Ángel.
El brazo se añadió a la escultura, al tiempo que se eliminaban todos los añadidos anteriores, en una restauración realizada entre 1957 y 1960 por Filippo Magi. http://es.wikipedia.org/wiki/Laocoonte
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